El titular lo dice todo. El Atl. Ciudad nos vuelve a colocar en el mundo real y despeja el espejismo vivido estas dos semanas pasadas.
El equipo vuelve a ser el que nos tenía acostumbrados durante toda la temporada, aunque hoy incluso peor. Nos ha pasado por encima un equipo en teoría inferior. Y por mucho que queramos excusarnos, el rival ha sido muy superior. Ya desde el principio se veía que no venía de comparsa y que tenía muy claro cual era su intención de juego. Nada de venir a ver que pasa. En ese plan estabamos nosotros, que ganamos dos partidos y parece que al final de la primera vuelta ya vamos a estar luchando por los puestos de liguilla. Y es que ya lo decían las crónicas, el partido jugado en Águilas no fue nada bueno, no se jugó tampoco a nada, pero se consiguieron los tres puntos, que en la situación en la que estamos significaron una verdadera bomba de oxígeno. Y ahora, cuando tocaba rematar la faena y salir definitivamente de la zona peligrosa, hacemos todo lo contrario y nos buscamos los problemas nosotros solitos. Repaso del Ciudad. Decimos repaso porque desde el principio han tocado más el balón, han estado más atentos a los rechaces, han sabido jugar las paredes con idéas,.... en definitiva, nos han superado en todas las lineas, e incluso se han permitido el lujo de fallar un penalty. Tiene memoles la cosa.
Desde la grada parecía que no nos jugábamos nada. Parece que toda la garra se agotó frente al Ceuta, que da la casualidad que en estos momentos tampoco es que esté muy bien y acumula tres derrotas consecutivas, por algo será que le ganamos. El Ciudad se ha adelantado 0-2, y se ha permitido el lujo de dejarse remontar hasta el 2-2, para luego darnos otro zarpazo y meternos tres goles más. Cambios en el once inicial. Orozco por Jesule. Nico por Harper (Memo está tocado). Pues bien, Orozco ha dado un recital de desaciertos. Se ha condenado el mismo y por lo visto hoy, tiene el camino del banquillo más que despejado. Se podría detallar todos sus errores, pero tampoco vamos a urgar en la herida. Ahora tocará pedir la vuelta de Jesule, o de Pajarero, que este cuando ha jugado si ha cumplido bien. Nico ha peleado, pero no es delantero y no se le puede pedir que sea él quien sume goles semana tras semana. Si analizamos jugador por jugador lo cierto es que todos salen mal parados. Y es que parece que no sabemos a lo que jugamos. El único momento bueno del equipo ha sido con la remontada. Ahí estaba el partido. Una remontada que no ha llegado por el buen juego, pero que gracias a un par de jugadas acertadas se consumó. Lo malo es que cada vez que el Ciudad contraatacaba lo hacía con peligro, y eso si, sin dar muchos pelotazos, más bien con criterio, y en una de esas viene el amigo Emilio Gerra y hace un ocho a Orozco para hacer el 2-3. Se acaba la primera parte.
Todo indicaba que se podía remontar. Si se había hecho una vez, porque no otra. Pero no. El equipo salió incluso peor que en la primera mitad. El amor propio se había quedado en el vestuario. Ha sido el Ciudad el que ha controlado la segunda mitad de principio a fin. Dominio absoluto en el centro del campo. Abrumador. Ante eso, que mejor que dar un pelotazo y que los delanteros se apañen como puedan. Y esta ha sido la tónica de toda la segunda mitad. Eso si, el Ciudad a lo suyo, y en dos minutos otros dos goles. ¡Qué falta de compromiso! No se puede permitir que en un mismo partido un equipo te haga dos goles en la primera mitad en solo dos minutos, y que en la segunda te vuelvan a hacer lo mismo. ¿Quizás es falta de concentración?
Y lo más duro ha llegado con la marcha de gran parte de los aficionados del campo dolidos ante la paupérrima imagen dada por el equipo. Otros prefirieron quedarse para pedir la marcha de Procopio, y otros para con olés premiar el juego del Ciudad y dar un duro castigo moral a los jugadores rojillos, los cuales tienen que agradecer que al final del mismo se fueran del campo incluso con unos mínimos aplausos sin ser abucheados.
En definitiva, el peor partido de nuestro equipo en casa con diferencia y un Ciudad al que hemos hecho buenos, hasta el punto de que se lo han creido y su autoestima viaja hacia Murcia por las nubes.
Esto es Estepona y aquí hay que mamar.
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